domingo, 11 de septiembre de 2011

Arbat, la calle Sierpes de Moscú

Resulta que Moscú también tiene su calle peatonal, al estilo de lo que podrían ser, salvando las distancias, las calles Sierpes o Tetuán de Sevilla o la calle Preciados de Madrid.

La vieja calle Arbat (existe también una Novy Arbat muy cerca) está en el centro de Moscú, situada al oeste del Kremlin. Discurre entre las estaciones de metro de Smolenskaya y de Arbastkaya, donde termina en el primer anillo. Una calle que une por tanto las avenidas del primer y el segundo anillo de Moscú.

En esta calle, muy turística, hay algunos restaurantes y sitios para comer, algunas tiendas de recuerdos, un cine... Pero sobre todo, lo que caracteriza a la calle Arbat es que está jalonada a cada paso de artistas callejeros y gente de distinto pelaje, cada uno de los cuales se dedica a realizar su particular "performance".

Músicos, bailarines hacienco piruetas y break dance, pintores callejeros haciendo cuadros con spray en el suelo, dibujantes de caricaturas, gente haciendo juegos de apuestas de estos que recuerdan a los trileros...


La Vieja Arbat

Estatua en la calle Arbat
Hace un par de domingos estuvimos por allí dando un paseo por la tarde y los encontramos un poco de todo. Lo más sorprendente era esto de los juegos de apuestas. Uno consistía en un chaval que había trazado con cinta dos líneas en el suelo, separadas 3 m, y apostaba contigo si eras capaz de recorrer los 3 m con una bicicleta trucada de una sola pedalada sin perder el equilibrio. El manillar de la bici estaba trucado, de modo que la rueda giraba hacia el lado contrario que el manillar. El chaval por supuesto tenía mucho vicio, pero casi todos los que lo intentaban perdían el equilibrio por torcer hacia el lado contrario al que te desvías, la tendencia instintiva.

Músicos en plena actuación

Retratistas
En otro lado, una especie de juego con una moneda, un martillo y una máquina de esas de hacer botones. Otro parecía consistir en aguantar un cierto tiempo suspendido de una barra y con los brazos flexionados. Y otro más con una caña de pescar rematada en un aro de madera de esos de barra de cortina, en la que el objetivo no era pescar peces sino botellas de licor puestas en el suelo, con la condición de que hasta pillar la botella por el cuello la argolla no podía bajar de la altura de la botella.

Uff, a ver si aguanto aquí colgado...

Péscame una de Stolichnaya
Al final de la calle nos encontramos con un grupo de tres músicos que se habían llevado hasta la batería. Aprovechando el buen tiempo.

2 comentarios:

  1. ¡No pierdes el tiempo, Carlos, y hasta nos presentas las peculiaridades de sus callejeros.

    ResponderEliminar
  2. Qúe buena pinta tiene el barrio. Aprovecha, antes de que el grajo vuele bajo!!!

    ResponderEliminar